Primer texto (513a-517c).514a)
-Después de eso proseguí compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
-Me lo imagino.
Comentario
de texto.
1º.- Explicación del tema del texto.
Este fragmento pertenece al libro VII de “la República ” (época de madurez de Platón), libro en el que estudia bajo qué condiciones puede realizarse un Estado justo. Pero también puede decirse que aparece sintetizado todo su pensamiento filosófico, especialmente en el mito de la caverna. En él se contemplan tres dimensiones: la ontológica y
epistemológica, la antropológica y la dimensión moral y política.
Si
en el libro anterior (libro VI), Platón ha expuesto los diferentes niveles de la
realidad (imágenes, seres físicos, entidades matemáticas e ideas), que se
corresponden con los cuatro niveles de conocimiento (conjetura, creencia,
pensamiento discursivo y dialéctica), en la alegoría de la caverna ilustra el
ascenso desde el nivel más bajo de la realidad y el conocimiento hasta el más
alto. En este fragmento Platón presenta el escenario y los personajes en los
que se basará su explicación: la caverna representa al mundo sensible, el mundo
de los seres físicos, y los prisioneros simbolizan al alma atrapada en él, atada
por la sensibilidad. Es la situación del común de los mortales. Las sombras del
fondo de la caverna, que mencionará más adelante, representan el nivel más ínfimo de realidad (imágenes) y,
por tanto, del conocimiento (conjetura), lo único que pueden conocer los
habitantes de la caverna. El exterior representa el mundo de las ideas y la
luz, el sol, el la idea del Bien. La luz del fuego representa al sol,
responsable de toda visibilidad en la caverna.
El
destino del ser humano es nacer encadenado en su `propia caverna, condenado a
conocer sólo lo que aparece en las sombras proyectadas por el fuego. Estas
sombras son la alegoría de la realidad que estamos obligados a conocer en el
mundo visible. En el mito de la caverna, el conocimiento humano aparece
representado en primer lugar por las imágenes de las cosas reales. Estos
seres encadenados están limitados a conocer la apariencia de la realidad, lo
que ven con los sentidos. Para ellos todo se reduce a las sombras de los
objetos proyectados sobre la pared; es decir, tanto la realidad como el
conocimiento se reducen a las apariencias, las imágenes. Esta forma inferior de conocimiento,
que no es conocimiento verdadero, como la falsa realidad que tiene por objeto,
es la opinión, que a su vez puede ser creencia (conocimiento que se obtiene a
partir de las percepciones de los seres naturales, como los objetos que hay detrás del tabique) y, en el nivel más bajo,
conjetura (conocimiento de imágenes, las sombras).
Para
salir o abandonar este nivel ínfimo de realidad y de conocimiento, se
necesitará de un proceso de educación que en el mito se simboliza con el
ascenso del prisionero liberado; cuando la razón, la parte racional del alma,
se plantea como objeto la auténtica realidad, el mundo inteligible. En este
proceso se adquiere el saber o ciencia, que consiste en pensamiento discursivo
(las entidades matemáticas simbolizadas por las sombras y reflejos en el agua)
y culmina con la dialéctica (que permite alcanzar el conocimiento de la idea
del Bien) y que será el propio de los sabios.
2º.- Justificación del tema desde la posición filosófica del autor.
Quien
ha alcanzado el conocimiento de la auténtica realidad, del mundo de las ideas y
de la idea del Bien (en ese largo proceso educativo que en el mito está
simbolizado con el ascenso por el camino -al que alude en este texto- hasta acostumbrarse a la luz del sol,
que simboliza la idea del Bien), el
sabio, tiene que ocuparse de la tarea de gobernar la sociedad. En efecto, para
Platón, una vez que se posee el conocimiento de la verdad, de la justicia y del
Bien, conocimiento al que se llega mediante la razón, siempre se obrará de
manera justa. Aquí se muestra la influencia de Sócrates, pues para él, el que
obraba mal lo hacía por ignorancia y proponía el esfuerzo intelectual en el
conocimiento de la virtud y de la justicia para obrar bien y ser justo. También
se percibe en el mito la presencia de Sócrates, su maestro, que fue condenado a
muerte por pretender mostrar la verdad a sus conciudadanos, con la figura del
preso que se libera.
Para
alcanzar el conocimiento de las ideas, del auténtico saber, Platón propone un
largo proceso educativo -a lo que se refiere al principio del texto- en el modelo de sociedad justa que plantea en la República. Entiende
que toda la población debería recibir una educación hasta los 20 años basada en
la gimnasia y la música (cultivar el cuerpo y la mente). Posteriormente, habrá
un segundo nivel para quien aspire a ejercer de gobernante: este está basado en
el estudio de las matemáticas (pensamiento discursivo) y en el nivel superior de conocimiento: la
dialéctica, facultad con la que se alcanza la idea de Bien (el mundo de las
ideas está ordenado en una gradación jerárquica presidida por la idea del Bien,
expresión del orden, sentido e inteligibilidad de todo lo real). El proceso de
formación de estos gobernantes o sabios duraría hasta los 35 años. Una vez
alcanzado, tendría la función de dirigir la sociedad.
Ese
modelo de sociedad justa y gobernada por los sabios que propone, obedece a la
idea que Platón tiene de cuál es la función del Estado. Para Platón es
eminentemente moral, es decir, es la realización de la justicia lo que Platón
propone como tarea del Estado. El problema que podía plantearse era saber en qué
consistía la justicia. Platón acepta de los sofistas en que esta podía
definirse analizando la naturaleza humana. Pero al contrario que los sofistas
(proponían la lucha por el poder y la satisfacción de deseos como lo
constitutivo de la naturaleza humana), Platón plantea que lo que caracteriza al
ser humano es el alma. El cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos y, por
tanto, es cambiante y corruptible, mientras el alma es afín al mundo de las
ideas, inmutable y eterna. La unión con el cuerpo es accidental y su misión es
purificarse de las influencias del cuerpo y ascender nuevamente al mundo de las
ideas. Para ello, cada parte del alma tiene que ejercer la función que le
corresponde y hacerlo con virtud. A la parte racional le corresponde el gobierno
de las otras partes apoyándose en la parte irascible para controlar a la parte
concupiscible. La virtud de la parte racional es la prudencia, la de la parte
irascible es la valentía y la moderación será la virtud de la parte
concupiscible. Analizada de esta manera la naturaleza humana, Platón ya está en
condiciones de definir lo que es la justicia: el ordenamiento adecuado de las
tres partes del alma; es decir, que cada parte cumpla la función que le
corresponde y haga con virtud.
Una
vez sabido en qué consiste la justicia, Platón ya puede proponer el modelo de
sociedad justa. Una sociedad será justa cuando cada individuo ocupe en ella el
grupo social que le corresponde. Los
sabios, aquellas personas en que predomine la parte racional del alma, serán
los encargados de ejercer el gobierno. Las personas en las que predomine la
parte irascible del alma compondrán el grupo de los guardianes auxiliares, que
tendrán como función la defensa y vigilancia del estado; y, finalmente, en
quienes predomine la parte concupiscible, formarán el grupo de los productores,
que se encargarán de la producción de bienes y de las actividades comerciales.
Solo los de este último grupo podrán poseer bienes y constituir familias.
El
hecho de estar vedada la posesión de bienes y familia a guardianes y gobernantes tiene una función
moral, en el sentido de evitar la posibilidad de que estos grupos se alejen de
sus tareas a favor de la sociedad por satisfacer deseos propios. Es de destacar
que en este modelo de sociedad, Platón reconocía la igualdad entre sexos para
pertenecer y acceder a cualquier grupo social. También moral es la función
propia del Estado. Para Platón, la virtud y la justicia, de las que depende la
felicidad, tienen que ser los objetivos del Estado para con la ciudadanía. El último nivel, el conocimiento de la
dialéctica (ascenso desde los principios) solo será alcanzado por los sabios. Este papel de guía que
Platón atribuye a los sabios, al filósofo, y plantea de manera un tanto
pesimista en el mito, sin duda pensando en la suerte que corrió Sócrates, se
vería corroborada por el propio Platón poco después.
En
efecto, tras los intentos de poner en práctica ese modelo de sociedad, tuvo que
atemperar sus posiciones, y como plantea en Las
leyes, obra posterior a La República , ante la
dificultad de encontrar a esos sabios que ejerzan las tareas de gobierno, entiende
Platón que lo realmente importante, dado que lo que se pretende es el gobierno
de la razón, es que las leyes, de obligado cumplimiento, sean racionales y, por
tanto, justas.